jueves, 7 de noviembre de 2013

primera escuadra, gobierno y abdicación de o`higgins

Primera Escuadra, gobierno y abdicación de O'Higgins


Organización de la Primera Escuadra Nacional
O'Higgins comprendió muy bien que la Independencia sería completamente inútil si no se poseía una Escuadra que dominara el Pacífico. Para tal efecto, fue comprada una fragata mercante inglesa, la que se transformó en nave de guerra y se le puso por nombre Lautaro. Ésta y el bergantín Águila, apresado en Valparaíso, después del triunfo de Chacabuco, sirvieron de base a la Primera Escuadra Nacional.
Con la compra de tres barcos más en 1818, esta Escuadra poseía cinco buques. Cuatro de estas naves partieron efectivamente en ese mismo año de Valparaíso con rumbo al sur, dirigidas por el comandante en jefe, Manuel Blanco Encalada. Con la incorporación de la fragata O’Higgins, se asentó de un golpe el predominio de Chile en el océano.
Para dirigir a la Escuadra, se pensó en el inglés Lord Thomas Cochrane,  antiguo jefe de la Armada de Inglaterra. Embestido como tal, con un solo buque, el O'Higgins, se presentó en enero de 1820 delante de Corral, el puerto de Valdivia. Apresó allí una nave española y días después hizo desembarcar un cuerpo de tropas tomando la ciudad de Valdivia. Posteriormente deseó llenarse de gloria y libertar Ancud, pero fue rechazado.
La  Expedición Libertadora del Perú
Para asegurar la libertad de Chile se ideó un plan por San Martín contra los realistas del Perú, el cual debía concretarse enteramente por el Gobierno de Chile. Para la realización de tal proyecto, O'Higgins decidió tomar por iniciativa de su administración el equipamiento y costo de la empresa. Acumulando fondos por medio de empréstitos, O'Higgins consiguió equipar un ejército de 4.500 efectivos, una escuadra de 23 buques, con una tripulación de 2.000 individuos. La casi totalidad de la tropa y la mayoría de los oficiales eran de nacionalidad chilena, salvo los dos jefes; San Martín, argentino, y  Cochrane, inglés.
Ante esta situación, el Océano Pacífico no había recibido hasta entonces una escuadra más poderosa. Valparaíso era el gran animador. Los barcos permanecían en su lugar. La población entera acudió a la playa para dar la despedida. En la mañana del 20 de agosto,  poco después del mediodía, y a las aclamaciones de "¡Viva Chile!", dichas por la tripulación, se contestaba desde tierra con un grito similar. O'Higgins, emocionado expresó "¡De esas cuatro tablas penden los destinos de América!"
Virrey Joaquín de la Pezuela
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En el Perú, el Ejército Libertador inició la campaña posesionándose de Pisco y bloqueando enseguida el Callao. Aquí Cochrane tomó la fragata española Esmeralda. San Martín, en tanto,  negoció con el virrey Joaquín de la Pezuela sin grandes resultados. Sin embargo, el pueblo de Lima se pronunció a favor de los patriotas. El 28 de junio de 1821 se hizo solemnemente la proclamación de la Independencia del Perú, y San Martín fue nombrado jefe del país, con el título de Protector.
Mientras tanto, la situación del Ejército Chileno en el Perú se hacía difícil. Se hizo un nuevo sacrificio y enviaron provisiones y tropas. En tanto, por el norte del Perú, en Venezuela, Colombia y Ecuador se había alzado un nuevo genio militar: Simón Bolívar. Este ofreció a San Martín combinar un plan de liberación del Perú y le pidió una entrevista. San Martín aceptó gustoso, es­cribiéndole: "La América no olvidará el día que nos abracemos". Y fueron, efectivamente a abrazarse en julio de 1822 en la ciudad de Guayaquil.
En esos mismos días, el predominio de O'Higgins llegaba a su término, y una lucha civil de considerables proporciones se anunciaba en su contra. En cuanto a Cochrane, fue a prestar sus servicios navales al Brasil y luego a Grecia, combatiendo en favor de la misma causa de la libertad por que había combatido en Chile, siempre con brillo y con audacia. Sólo en 1860 falleció en su país, después de haber escrito las Memorias de su  vida.
Obra del gobierno de Bernardo O’Higgins
a) El progreso intelectual
Sus grandes adelantos son considerados como una  reforma social, es decir, tuvo por objetivo la modificación de la sociedad en el sentido de la revolución y de la república, con el propósito de adaptarla al nuevo régimen político. O'Higgins entendió que para poder organizar una verdadera república necesitaba cambiar la cultura y las costumbres que se mantenían desde la colonia.
El Instituto Nacional, fundado en 1813 fue reabierto en 1819, y un año más tarde lo fue también la Biblioteca Pública, reorganizada por Manuel de Salas. A su vez se menciona el Liceo de La Serena (1821) y las escuelas lancasterianas, en Valparaíso y Santiago. "Lancas­terianas" porque se inició un nuevo método de enseñanza, que consistía en que los propios niños se instruyeran entre sí, mutuamente, lo mismo que en el sistema de los "monitores" que se usó después. Para implantarlo se consiguió que vinieran al país algunos profesores extranjeros, de los cuales dos eran ingleses de credo protestante. Desde otro punto, se ordenó a los cabildos y a los conventos de religiosos y de religiosas la apertura de escuelas primarias; favoreció los servicios de imprenta, destacando con ello el periódico del gobierno llamado Gaceta Ministerial. Además se fundó la Academia Militar, destinada a la formación de oficiales y suboficiales.
b) El progreso material
En Santiago fundó el Mercado de Abastos, hoy Mercado Central, para la venta de todos los comestibles que consumía la capital. Con esta obra la ciudad ganó en salubridad y aseo; dejó de ser, en gran medida, lo que había sido, cuando la venta de los productos se efectuaba en su costado oriente y se arrojaban a las acequias abiertas todos los desperdicios El Cementerio General que hoy tiene Santiago fue fundado bajo su gobierno, no sin antes escuchar la protesta de la Iglesia Católica, la cual persistía en enterrar a los muertos dentro de las iglesias o junto a ellas.
Alameda de las delicias del 1800.
Creó el Teatro Municipal. La ancha avenida central que Santiago posee (mucho tiempo llamada la Alameda, y ahora Avenida del Libertador Bernardo O'Higgins), fue también obra del Director Supremo.  Mediante su iniciativa se construyó allí un paseo sombreado por varias hileras de álamos; las acequias se hicieron de ladrillos, y el pedregal y basural que había allí, como antiguo lecho de río, desapareció. Se decretó el alumbrado de las calles, que debía ser servido por los vecinos, poniendo un farol en la puerta principal de las casas y manteniéndolo encendido hasta la medianoche. Se organizó la policía urbana y rural, en la mejor forma que lo permitieron los recursos; desde entonces existieron los "serenos" nocturnos que hasta muchos años después decían las horas y anunciaban a gritos los cambios del tiempo.
La pavimentación de las calles, la higiene pública y el ornato local le permitieron desde entonces a Santiago parecerse a una ciudad moderna; también participaron de ello Valparaíso, Concepción, La Serena y otras ciudades. Valparaíso adquirió un rápido desarrollo con la población extranjera cuyo número pasaba los 3.000 individuos, y con la creciente actividad de los negocios, como consecuencia de la libertad comercial y mercantil.
Ordenó, además, que las riñas de gallos, las corridas de toros, la celebración del carnaval, o “chaya", las fiestas en las tabernas de los arrabales, en donde predominaban los juegos de azar y las borracheras más incorregibles, juntamente con peleas, en muchas ocasiones sangrientas, fueran terminadas.
O'Higgins concluyó, en 1821, la construcción del canal del Maipo. Autorizó el establecimiento de un servicio de diligencias entre Santiago y Valparaíso, a las cuales se agregó un correo diario entre ambas ciudades. En otro orden, hubo de sostener el gobierno del Director Supremo una tenaz lucha contra el bandidaje. Numerosas bandas recorrían los caminos rurales, asaltando y matando con frecuencia a los transeúntes y a los moradores de las haciendas. Su acción determinó la completa encarcelación de dichos individuos.
c) Reformas sociales
O’Higgins decretó la abolición de los títulos de nobleza entregados por el rey a algunos vecinos ricos y de los distintivos o escudos de armas que lo certificaban. Tales "jeroglíficos" –fueron sus términos– estaban fuera de una república. Poco tiempo después intentó abolir los mayorazgos. A su vez, creó una Legión de Mérito, corporación cívica a la cual entrarían por gracia del Director las personas más distinguidas en el servicio público.
d) Relaciones con la Iglesia Católica
Obispo Rodriguez Zorrilla.
Las relaciones del gobierno con los dignatarios de la Iglesia, se mantuvieron hasta cierto punto amistosas. Su empeño por transformar la sociedad de la Colonia fue resistido por el clero. Pero había una parte de este partidaria de la revolución, sirviéndose de ella, asumiendo los mismos derechos que sobre los funcionarios religiosos tenía el rey de España.
Sin embargo, existían ciertos problemas que se debían resolver: la reglamentación, la renta del clero y el nombramiento de los obispos de Concepción y de Santiago, cargos que estaban vacantes. Para la diócesis de Santiago, restituyó en su cargo al obispo Rodríguez Zorrilla, que al fin se mostró dispuesto a reconocer la situación de Independencia creada en Chile, y envió a Roma, para ver modo de arreglar estas cuestiones directamente con el Papa –que se obstinaba todavía en no reconocer los nuevos Estados de América–, al presbítero José Ignacio Cienfuegos, patriota resuelto, que había servido interinamente el cargo de obispo de Santiago.
e) Relaciones internacionales
Celebró alianzas con los gobiernos del Perú y Colombia y mantuvo el pacto anterior con la Argentina. Se  reconoció la Independencia por parte de Brasil, México y los Estados Unidos. El de este último país produjo en Chile un regocijo especial, aunque los Estados Unidos no reconocían a Chile particularmente, sino a todas las naciones formadas en la América antes española (1822). O'Higgins mantuvo también un agente diplomático en Inglaterra, de cuyo gobierno se esperaba reconociera la Independencia de los Estados del nuevo continente. Logró para Chile, por intermedio de su agente en Inglaterra, Antonio José de Irisarri, contratar un empréstito por un millón de libras esterlinas.
La  oposición al gobierno de O’Higgins
El Gobierno de O'Higgins enfrentó serias dificultades. Entre ellas se cuentan la dictación de un reglamento provisional conocido con el nombre de Constitución de 1818. Estipulaba la existencia de un Senado al que se ha llamado "Conservador", compuesto de cinco miembros, de acuerdo con el cual debía ejercer el mando, y un Supremo Tribunal Judiciario, encargado de la alta administración de justicia, él se reservaba facultades casi  ilimitadas; él mismo nombraba a los miembros de esas corporaciones y no ponía plazo al desempeño de su autoridad personal.
Su extrema condición de hombre poderoso, sumado a la ejecución de los Carreras, el asesinato de Manuel Rodríguez, las excesivas contribuciones al Fisco, su empeño por abolir las prerrogativas de la nobleza, su poco respeto a las ideas religiosas dominantes, el favor que entregaba a los extranjeros, la índole democrática de sus relaciones; todo eso era juzgado con severidad en los círculos afectados por su actuación.
Para paliar tal situación, convoco a una Asamblea Constituyente. La elección de los representantes populares en toda la República extralimitó los hechos, ya que bajo la presión del gobierno y a la exclusiva voluntad del Director, esta Asamblea sancionó una nueva Constitución, del año 1822. Ella entregaba el Poder Ejecutivo a un Director Supremo que debía ser elegido por seis años y podía ser reelegido, por una sola vez, por otros cuatro años. Establecía un Poder Legislativo bicameral y mantenía la conformación del Poder Judicial de la Constitución del año 1818.
General Ramón Freire.
Claramente se expresaba la perpetuidad del poder por parte de O’Higgins. La reacción contra esta disposición se vivió a fines de ese mismo año, cuando se levantó la provincia de Concepción encabezada por el intendente, general Ramón Freire. Días más tarde se sublevaba la provincia de La Serena. La guerra civil parecía inevitable.
Abdicación de O’Higgins
Poco antes de mediodía del 28 de enero, la sala del Consulado se vio invadida por una multitud de personas de las más representativas de Santiago. Deseaban dirigirse al palacio de gobierno a exigir a O'Higgins su renuncia El Director Supremo pregunta: "¿Cuál es el objetivo de esta asamblea?" Se le responde que ella desea su dimisión, como la única forma de evitar la guerra civil que se comienza a observar sobre la República.
O'Higgins exclama: "No me atemorizan los gritos sediciosos ni las amenazas. Desprecio hoy la muerte como la he despreciado en los campos de batalla. No puedo ni debo seguir la discusión iniciada en la forma que ha tomado". El Director discute con la comisión encargada y se deja convencer de la necesidad de su retiro del gobierno.
En reemplazo del Director, queda la Junta compuesta de tres miembros y un secretario, que son, respectivamente, los ciudadanos Agustín Eyzaguirre, José Miguel Infante, Fernando Errázuriz y Mariano Egaña.
O’Higgins, al entregar el poder señala: "Siento no depositar esta insignia ante la Asamblea Nacional de quien últimamente la había recibido; siento retirarme sin haber consolidado las instituciones que ella había creído propias para el país y que yo había jurado defender; pero llevo a lo menos el consuelo de dejar a Chile independiente de toda dominación extranjera, respetado en el exterior y cubierto de gloria por sus hechos de armas. Ahora soy un simple ciudadano".
Hidalgamente pide que se le acuse de los delitos cometidos y concluye exclamando, mientras se abre la casaca con tal precipitación que hace saltar los botones: "Tomad de mí la venganza que queráis. Aquí está mi pecho". Un fuerte "¡Viva el general O'Higgins!" fue la respuesta. Días después O'Higgins se trasladó a Valparaíso, y, al cabo de un juicio de residencia, que duró varios meses y que terminó con una completa justificación de su conducta, se embarcó para establecerse en el Perú, de donde no volvería. Nadie dudó entonces de que en el patriota del año 10, en el general del año 12, y en el Director Supremo del año 23 había también un ciudadano.

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