Pedro Sancho de Hoz, quien también aparece en algunos documentos de la época como Pedro Sánchez de la Hoz, nació probablemente en el pueblo de Calahorra, en España, el año 1514, en el seno del hogar formado por Juan de Hoz y Juana Sancho. Murió ajusticiado en Santiago en 1547.
Sancho de Hoz llegó a Perú en 1534, ejerciendo el cargo de secretario del Gobernador Francisco Pizarro. En el reparto del famoso botín de Atahualpa - que generó grandes fortunas entre los conquistadores del Perú - actuó como escribano, certificando las cantidades que a cada uno se le entregaban.
A inicios de 1539, fue nombrado Gobernador de la Terra Australis, cuyo territorio se extendía desde el Estrecho de Magallanes hasta el Polo Sur. Es necesario destacar que en aquella época, el conocimiento geográfico de las zonas más autrales de América no era acabado y de ahí que se pensara que al sur del paso interoceánico había una inmensa región.
Provisto de su flamante título. Sancho de Hoz partió desde España rumbo a Perú, arribando en los momentos en que Pedro de Valdivia, en su calidad de teniente de Gobernador de Francisco Pizarro, realizaba los preparativos de su empresa hacia Chile. A instancias de Pizarro, ambos capitanes de conquista formaron una sociedad. Como Pedro Sancho de Hoz no contaba con gente y prácticamente no tenía dinero - eran más sus vinculaciones con al Corte Real que los capitales de los que podía disponer -, se convino con los conquistadores que su aporte a la empresa consistiría en alrededor de 50 cabalgaduras, corazas y otros implementos, los que despacharía por mar en dos navíos en el plazo de cuatro meses.
Intenta asesinar a Valdivia
Carente de recursos, Sancho de Hoz no pudo cumplir lo pactado con Valdivia; sus ansias de ser Gobernador y de hacer fortuna eran tan grandes, que se endeudó en el corto plazo y fue incapaz de cancelar los créditos obtenidos. De hecho, estuvo en prisión en Lima, pero sus acreedores - viendo que esa situación no ayudaría a recobrar las sumas adeudadas - le permitieron salir de la cárcel.
Una vez libre, Sancho de Hoz siguió el camino hacia Chile con la idea de apoderarse, a como diera lugar, del mando de la hueste de Pedro de Valdivia.
En pleno desierto y de noche, encontró a la expedición, preguntando por la tienda de Valdivia a la cual se dirigió. Entró y tanteó el lecho donde suponía estaba su víctima, encontrando en él sólo a Inés Suárez, la que empezó a interrogarlo acerca de sus propósitos. Así se conoció su intención de asesinar a Valdivia y quedarse al mando de la expedición. Los hombres del Conquistador lo detuvieron en espera del regreso de su capitán, quien afortunadamente para él, había salido a explorar el territorio. Una vez que Valdivia regresó, logró que Sancho de Hoz conviniera en finiquitar la sociedad que habían formado (agosto de 1540).
Conspiración en Santiago
Una vez fundada la ciudad de Santiago, el 12 de febrero de 1541, los conquistadores iniciaron el sinnúmero de trabajos que el establecimiento del centro urbano implicaba. Algunos partieron hacia la desembocadura del río Aconcagua, a construir una embarcación para poder comunicarse con el Perú. Al ser atacados por los indígenas que obedecían las órdenes de Michimalonko, pidieron ayuda a Santiago y Pedro de Valdivia partió hacia aquella zona. Aprovechando la ausencia del Gobernador de la ciudad, un grupo de españoles empezó a conspirar en su contra motivados por el deseo de retornar al Perú. Entre ellos se contaban Alonso de Chinchilla, Martín Ortuño, Antonio de Pastrana - procurador del Cabildo - Bartolomé Márquez, Martín de Solier y obviamente Pedro Sancho de Hoz. Valdivia procedió duramente contra ellos. Sólo Sancho de Hoz se libró de la horca, quedando en prisión.
Nuevamente contra Valdivia
Una vez que Valdivia asumió la gobernación tras ser nombrado por el Cabildo, procedió a repartir encomiendas de indígenas en Santiago, sin tomar en cuenta la cantidad de naturales que habitaban es estas comarcas, razón por la cual algunos repartimientos fueron muy reducidos. Esta situación llevó al Cabildo a solicitar la reforma de las asignaciones afectuadas y, a mediados de 1542, se realizó la primera reforma que el país conoció: de los 60 encomenderos originales, sólo quedaron 32, con el descontento lógico de aquellos que no resultaron favorecidos.
Pedro Sancho de Hoz se aprovechó de esto para conspirar otra vez contra Valdivia, tratando de involucrar en el movimiento a Francisco de Villagra, quien dio aviso al Gobernador de lo que se preparaba. Sancho de Hoz fue nuevamente apresado y Valdivia ordenó su ejecución. Sin embargo, y quizás temiendo las repercusiones que este hecho pudiera tener en la Corte, volvió a perdonarle la vida y lo relegó a Talagante. Esto, apesar de la opinión de los tenientes del Gobernador, partidarios de proceder duramente contra el conspirador.
Ultima conjura y muerte
Una nueva oportunidad se presentó a Sancho de Hoz en 1547. Valdivia había salido hacia el Perú, engañando a muchos de los hombres que habían embarcado su oro con la idea de partir junto a él y generando, de paso, una difícil situación que Sancho de Hoz quiso aprovechar y empezó a conspirar nuevamente. Esta vez lo hizo desde las sombras, y quien aparecía como líder del movimiento era Hernán Rodríguez de Monroy. La conjura fue descubierta y Francisco de Villagra, al mando en reemplazo de Valdivia, procedió duramente contra el promotor. Sin mediar juicio alguno, Sancho de Hoz fue decapitado y su cabeza paseada por la plaza pública, pregonándose su delito de traición al servicio del Rey.
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